MAYRA VIVIANA SIERRA CALDERÓN
La economía clásica plantea que la tasa de interés influye e incentiva
los ahorros y que éstos se convierten en la oferta de fondos prestables o en la
inversión, es decir, existe una función que conecta los ahorros y la tasa de
interés. Por otro lado, la función de la inversión conecta la tasa de interés y
las inversiones, de tal manera que a medida que aumenta la tasa de interés
aumenta el ahorro, y por el contrario las inversiones serán mayores con menores
tasas de interés. Así, la economía clásica afirma que la tasa de interés es el
precio que equilibra la demanda de inversiones y los ahorros.
Frente a estos postulados, Keynes los critica drásticamente, ante el
caso de los ahorros dice que la tasa de interés no determina el ahorro de las
personas o familias, para él lo que define el ahorro es el ingreso, teniendo en
cuenta claro, la propensión marginal a consumir, de tal manera que un mayor
ingreso producirá un mayor ahorro. Por otro lado Keynes a su vez plantea que la
eficiencia marginal del capital es la que influye en el volumen de las
inversiones y que la tasa de interés es la que define la cantidad de fondos
disponibles para que se lleven a cabo las inversiones. Con esto podemos ver que
para él, la tasa de interés no equilibra la demanda de inversión y los ahorros
como lo afirman los clásicos, sino que se fija en el mercado de dinero y de la
preferencia por la liquidez o de la demanda de dinero.
Keynes supone que es un error estudiar el interés bajo
el supuesto clásico, ya que la tasa de interés es el medio por el cual los
cambios monetarios causan cambios en la demanda agregada y en el ingreso, es decir, el dinero produce efectos sobre el ingreso, dado que el dinero
influye en la tasa de interés conlleva al análisis de los efectos de una
modificación en la cantidad de dinero; una expansión monetaria induce a la baja
de la tasa de interés, lo que a su vez estimula la demanda y la producción. Por
lo tanto, Keynes sostuvo que el interés no significaba la recompensa por
la privación de consumo, sino el premio por renunciar a atesorar activos líquidos. En otras palabras, la tasa de interés no es
la recompensa al ahorro, sino el precio que equilibra el deseo de conservar la
riqueza en efectivo. Dicho de otra manera es la cantidad de dinero combinada
con la preferencia por la liquidez lo que determina la tasa de interés.
Ahora bien, en la actualidad la tasa de interés es una estrategia
del estado dentro de las políticas monetarias con la cual se busca impulsar el
crecimiento, así la tasa de interés es una herramienta de motivación para que
la gente ahorre y acumule riqueza. La tasa de interés refleja las preferencias
temporales de los individuos, de tal manera que en la realidad hay individuos
con preferencia temporal muy baja y otros con preferencia
temporal muy alta. Unos estarán dispuestos a renunciar el consumo presente por
un valor adicional en el futuro, y otros que preferirán ofrecer un valor
adicional en el futuro a cambio de incrementar el consumo presente. En cuanto a
esto Keynes tuvo gran acertividad así como cuando explica que los factores
subjetivos que llevan a los individuos a consumir no son tenidos en cuenta por
la economía clásica.
Aunque la política de la tasa de interés presenta diversos aspectos,
cada uno de ellos reviste importancia en lo que respecta a la fase de su
ejecución y a los objetivos perseguidos con la política monetaria, fiscal y de desarrollo; papel especial
desempeña la función que la tasa de interés pueda tener,
tanto en el desarrollo del sistema
financiero como en la promoción del ahorro privado
voluntario, a través de las
instituciones de crédito.
Para nuestro análisis particular, en Argentina la tasa de interés se utiliza para estimular
el ahorro en moneda nacional. La reciente suba en las tasas de interés de los
instrumentos del banco central, con pleno impacto en las tasas bancarias,
pretende desincentivar la compra de dólares por parte del público y empresas ,
de modo de mantener la brecha cambiaria en niveles considerados razonables, al
tiempo que incentiven cierto ahorro en moneda local y contengan las presiones
inflacionarias. Con esto podemos decir que los clásicos no se equivocaron cuando
afirmaron que la tasa de interés influye en el monto ahorrado pero también es
claro que Keynes acertó cuando explica que el ahorro no depende de la tasa de
interés, que por el contrario son múltiples aspectos los que se deben
involucrar para poder medir el nivel de ahorro e inversión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario