Susan
Díaz
Medir la calidad de vida de
una sociedad para este caso de un país, es algo complejo ya que influyen
distintos conceptos y visiones.
Es difícil no pensar en que
la calidad de vida es directamente proporcional al ingreso que recibimos
resultado de nuestra oferta de trabajo y que esto conlleva a un tipo de
bienestar personal o colectivo. Es difícil, ya que si queremos partir del
concepto de calidad de vida atravesamos distintos tipos de bienestares, no solo
el material, pero de este se desencadenan los demás.
La desutilidad del trabajo
se define como cualquier motivo que
induzca a un hombre a abstenerse de trabajar ya sea por motivos voluntarios
o friccionales. Como individuos no podemos llegar a pensar en el desempleo como
una decisión propia y es aquí cuando Keynes nos plantea la desutilidad
involuntaria y con este concepto no tan riguroso nos plantea que no es una
decisión ser desempleado o que existen divergencias en el sistema que resulta
en un grupo de hombres sin ocupación total de su mano de obra. La falta de
empleo en nuestro país con cifras de 2.3 millones de personas desempleadas es
una realidad latente que de forma directa afecta nuestra calidad de vida,
amplificando la desigualdad social que obstruye el desarrollo económico del
país. Por la otra cara de la moneda no se canta victoria, los empleados que por
respuesta al uso de su mano de obra
reciben salarios nada proporcionales a lo que cuesta o es necesario invertir
para obtener una buena calidad de vida, incluyendo la material, física o de
desarrollo como una calidad en educación o salud, esto si hablamos de una clase
baja o media cabe aclarar. El salario mínimo nominal que recibimos está lejos
de ser proporcional al poder adquisitivo necesario para garantizar una buena
calidad de vida, es en este momento cuando nuestra decisión de ahorro necesita
ser una y otra vez postergada para suplir lo urgente y necesario.
La inversión de capital
producto del ahorro de nuestro ingreso es necesaria para fomentar la creación
de nuevos empresarios, generando así más oportunidades de empleo aunque se sepa
que la relación entre ingreso y consumo es directamente proporcional, pero
lamentablemente los que menos ingresos recibimos somos los que más consumimos
en relación a los de más ingresos. Esta oportunidad de inversión solo es
posible en el momento en que el salario real aumente ayudando así al ahorro
colectivo, pero no dejando la oportunidad de ahorro y de inversión en los más
adinerados.
Susan
Díaz López
Cuando dices que el ingreso es resultado de nuestra oferta de trabajo, siento que hay cierto error, pues la oferta de trabajo son los que desean trabajar y estos aún no reciben un ingreso, por lo tanto creo que hay una cierta contradicción. Me pareció bien que hubieses aclarado lo del salario real, pues en casi todo el texto hablabas de salario, más no mencionabas si era real o nominal. Por último hay que recordar que el ahorro es bueno, pero no en grandes proporciones, (hay que mover la variable consumo).
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