Andrés Burbano.
Los baches o
confusiones que más resaltaron para Keynes antes de desarrollar a fondo su
teoría general fueron la elección de unidades de medición para el
comportamiento de los agentes económicos, las expectativas y la definición de
ingreso. En este texto analizaré y trataré de contextualizar los conceptos de
elección de unidades y expectativas.
Keynes presenta una
crítica sobre la elección de unidades para el análisis de problemas económicos
hecha por los clásicos, refiriéndose a la impertinencia de la premisas de
dividendo nacional, acervo de capital y nivel general de precios; basándose,
expresándolo de manera superficial, en la incongruencia de la medición debido a
la heterogeneidad de los componentes de la masa de producción nacional para el
primer caso, la imposibilidad de establecer los factores determinantes en la
variación de producción bajo aumento de capitales en el segundo caso, y en el
tercer caso la inexistencia de un nivel general de precios (para su época).
El autor resuelve estos
problemas de medición con un intento de homogenización de las unidades de
medición, remitiéndose así a los conceptos de unidades de trabajo y unidades de
salario. No necesitamos hablar del caso belga para saber que la economía
mundial adoptó de cierta manera este tipo de medida, puesto que en todo
análisis económico de una nación hablamos de porcentajes de ocupación, y
desocupación, así como de salarios mínimos e índices de precios al consumidor como
bases en sistemas de remuneración.
Un punto necesario de
resaltar, es cuando el autor nos afirma que ante la imposibilidad de medir un
incremento en la producción total nacional de manera no monetaria, medir este
incremento en función de aumentos en el nivel de ocupación resulta muy útil, y
concuerdo con él, pues esta medición recoge tanto la variación de la producción
respecto a los capitales adicionados (aunque no estrictamente exacto), como la
variación de la inversión privada en la economía. Y así lo podemos percibir en
la economía belga, pues el incremento de sus niveles de ocupación proviene
(aislando la inversión extranjera) de la inversión privada de la población
(aunque en este momento la contracción en su fase “final” de la economía belga
no me permite otorgar ejemplos claros), esto para hablar de mediciones en
términos no monetarios, si no fuera el caso, para eso está el PIB.
El anterior tipo de
medición me permite hacer un breve repaso sobre las expectativas que concibe el
capitalista antes de iniciar o de cambiar el rumbo en el proceso productivo.
Keynes establece las expectativas a corto plazo como aquellos rendimientos
esperados al finalizar la producción de un artículo, y expectativas a largo
plazo como los rendimientos esperados al adquirir bienes para la producción o
al asumir el costo de la adición de capitales. Ante todos los casos que nos
muestra el autor sobre cómo establece expectativas el empresario dentro del
mercado y como afecta el nivel de ocupación, recojo su descripción de un carácter
cíclico entre un rendimiento inicial y un rendimiento propio de las
expectativas a largo plazo tras la adición de capital, así como podría verse un
rendimiento por debajo de lo esperado hasta llegar a una expectativa por debajo
de la inicial para completar otro tipo de ciclo (hablamos de un proceso de
decaimiento en la producción, ya sea por desgaste del capital y la ausencia de
inversión). Pienso que las anteriores situaciones pueden verse de manera
agregada en la economía, no solamente en el caso de una solo firma,
describiendo el comportamiento de las empresas ante incentivos a la inversión
dentro de los característicos ciclos económicos de los que tanto hablamos.
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